Juan Zorrilla de San Martín, el poeta de la patria, sitúa geográficamente la leyenda épica “Tabaré”, a orillas de nuestro río; el San Salvador.
“Tabaré” es más que nada, una historia de amor, odios y traiciones.
Hijo de una española cautiva y un cacique charrúa, hereda de su madre además de sus ojos celestes, su espíritu delicado que no condice con su parte salvaje.
Su destino, lo lleva un día a enamorarse de otra española de nombre Blanca, hacia quien experimenta sentimientos que no entiende.
Hago una semblanza del drama de “Tabaré”, que como todo drama no tiene un final feliz.
En ocasión de hacer un artículo que titulé “Dolores a través de mi cámara”; escribí lo que sigue y por eso pongo en antecedentes de quien era “Tabaré”; un charrúa fuera de su época y atrapado entre dos razas. Su imagen en bronce adorna un lugar precioso de nuestra ciudad, “La Península Timoteo Ramospé” y la rodea la naturaleza a pleno y lo cubre cálidamente un árbol de ceibo, nuestra flor nacional.
“Entramos a la península y nos invade una extraña mezcla dónde se combinan el pasado y el presente en una colosal explosión de verdes en primavera y melancólicos ocres en otoño. El río San Salvador, murmurador de leyendas corre apacible y bello en una tarde de octubre , tratando de demostrar que también puede ser tierno y que si alguna vez sus aguas bravías arrasan sus orillas, es porque antiguos espíritus salvajes anidan aún en su lecho. Ecos de un lamento indígena se elevan de un cuerpo de bronce, cuyas pupilas celestes vieron hazañas guerreras , traiciones y una imagen que gravó en su corazón y en su espíritu sensible con el nombre que identificaba su color: Blanca.
La serena paz del río quebrada al amanecer solo por el canto de los zorzales, los ve vagar todavía buscando un lugar y un tiempo , su lugar y su tiempo. Siento que soy una intrusa curiosa, que con sentimientos del presente, quisiera haber sido testigos de esas luchas, de ese retumbar de gritos de una raza olvidada. La leyenda es sólo eso, una leyenda, pero el río sigue su eterno caminar, y en cada murmullo de sus aguas parece decir que el pasado y el presente bien pueden existir allí, con sólo imaginarlo"
1 comentarios:
que linda historia y aunque ya la he leido más de una vez no me canso de volverla a leer un beso grande. Alejandra
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