una huella en la arena

Author: Espejo del Alma /


Cualquier día, a cualquier hora, en cualquier lugar
levantaré vuelo y seré recuerdo.

Otra hilvanará mis sueños
con cuentas de historias y poemas.

Cualquier día, a cualquier hora,
seré viento y lluvia, mar y cielo,
verde y polvo en un espacio eterno.

Volveré en palabras, en risas y en miedos.

Encontraré el camino
y las huellas que dejé en la arena,
tendrán la levedad de un soplo.

Cualquier día, a cualquier hora,
estaremos frente a frente
y no habrá campanas ni palomas al vuelo,
ni reproches ni disculpas,
sólo la mirada cómplice de dos amigos que se encuentran.

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE...

Author: Espejo del Alma /

Creo que no tenía nombre, o si lo tenía nunca se lo pregunté, o si se lo pregunté quedó ahí, archivado en algún lugar de mi memoria.

El paso del tiempo hace atesorar pequeñas cosas, una hoja de trébol dentro de un libro, el frasco vacío de aquel perfume que te recuerda una noche inolvidable, el regalo de tus amigos en tu fiesta de 15 años, pero un nombre que talvez es el mismo de tantos... queda ahí, en un rincón olvidado.

No recordé su nombre pero sí su mirada, los increíbles ojos verdes que cuando niño resaltaban curiosos en su rostro delgado de necesidad, se mantenían con la misma belleza. Algo había cambiado en él; estaba más alto, era casi un hombre, sin una palabra extendió su mano con un pegotín contra la droga y me dijo:

- me recuerda? yo vivía en este barrio.

En muchas situaciones toda una vida puede pasar por tu mente, y ese niño-hombre que estaba de nuevo en mi puerta era el mismo que llegaba por su "pedazo de pan", todos los días a la misma hora, antes que la droga lo atrapara en sus redes y a quién llamábamos "el rubio".

Talvez el tuvo la culpa (razones que se esgrimen para aliviar conciencias), o sus padres que lo mandaban a las calles a pedir una limosna, o quizás la tuve yo, por no darme cuenta que ese no era el modo de ayudarlo. Somos tan indiferentes... pero la vida se encarga de tirarnos a la cara las consecuencias de nuestros actos, por no involucrarnos, por pensar que "eso" les pasa a otros, que estamos a salvo, e ingenuamente pensamos que a nosotros no nos va a pasar, y la prueba estaba allí, en ese pegotín con un precio "a voluntad".

Sólo lo miré sintiendo la culpa de no haber hecho nada, y el pensó que quizás no lo había reconocido, porque dijo: "Ud. era la única que siempre me daba pan".
Un recuerdo que no me merecía de "el rubio", un niño-hombre que como tantos está tratando de salir de un mundo de tinieblas dónde la lucha es de todos los días y a todas horas, y a quién le deseo toda la fuerza y voluntad del mundo, buena suerte.