Grita al mundo que me quieres,
grita fuerte en un gemido,
grita con ira y dolor
para que todos lo sepan,
para que nadie se atreva a pensar
que no eres mío.
Que mil pájaros volando
con sus trinos cantarinos,
pregonen a cuatro vientos
estos amores prohibidos.
Que se enteren las colinas,
el cielo azul, el rocío
que en un instante con miedo
confesaste que eras mío,
cuando una luna preñada
brillaba en el firmamento
de añil y plata fundidos.
Desgarro de almas en pena,
locura dicha en susurros,
olor a sándalo fuerte,
madera en cuerpo de pino,
blanco de nieve y espuma
en el lecho que una noche,
gritaste al fin que eras mío.
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