"George" corría alegremente a campo traviesa, sus orejas al viento, y su cola en un revoleo continuo, detrás de aquella perrita casqivana que lo taría de narices desde hace un tiempo.
Nunca se pudo explicar por qué su dueño, de nombre Serafín, lo bautizó George, así como se lee: George. El pensaba que la influencia televisiva tenía mucho que ver en la elección de su nombre con connotaciones de artes marciales, por lo de Segal, viste?
En eso estaba cuando de repente un extraño ruido lo saca de sus correrías románticas.
Sus ojos, alerta, recorren el jardín, todo está tranquilo. Las plantas? bien; Jéssica, la gata? duerme arrollada, lejos de la casilla, por las dudas... entonces, qué fue?
Una luz intensa y un roronear de motores le hacen poner los pelos de punta y desde el cielo algo parecido al plato de la comida, se posa suavemente junto al malvón matizado y cuando se abre la escotilla, (no en vano soportó noches de Archivos X -pasión de Serafín- junto a la estufa), descienden cuatro perros como el, enfundados en extraños trajes pero... verdes!!
El que parecía el comandante le informa que son emisarios de la "Liga Galáctica de Perros Universales". El George se distrae... galáctica... galáctica...¿dónde oí yo esa palabra? y en su memoria, aparecen una vincha, un ceño fruncido y dos piernas temibles, ahh siiii... "el canario" García.
Con un toque de patas le hacen volver a la realidad para informarle, que todos los perros del universo le van a declarar la guerra a sus amos por sus legítimos derechos caninos. Y que a él le correspondía iniciar la revolución en su barrio. El George pasa revista mentalmente: un doberman, un rotwailer, un salchicha y yo.
Sin querer pasar por cobarde, declina gentilmente el ofrecimiento asegurando que en su barrio los derechos caninos los defienden el doberman y el rotwailer y que su sindicato funciona a la perfección. En vista de la negativa, el comandante de la nave amenaza con una huelga general, sin huesos y sin agua, sin veterinario días enteros y lo que es peor...sin contacto con el sexo opuesto.
Ante tan negro panorama, el George a regañadientes accede a la imposición y agachando las orejas responde "si señor". Con el último señorrrr un vozarrón lo despierta, ¡por suerte!, es Serafín con un humeante plato de arroz y huesos que con una sonrisa de oreja a oreja le dice: "te quedaste dormido escuchando el informativo". Menos mal que los sueños, sueños son, piensa el George, y que la lucha por el sustento diario y reivindicaciones sociales, es cosa de los humanos.
El "George" y los ovnis
Author: Espejo del Alma /
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1 comentarios:
yo cuando sea grande quiero ser como el George...
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