UNA PEQUEÑA HISTORIA DE GENIOS

Author: Espejo del Alma /

“se puede volver a nacer mil veces”


Cerró puertas y ventanas, no quería que la luz entrara en su mundo elegido.
Vagó por los lugares conocidos y llegó al espejo, quiso pasar rápido para no mirarse pero la imagen que se reflejó un instante captó su atención, ¿quién era esa sombra oscura que se reflejaba en el azogue? de quién ese rictus duro y ese seño fruncido?
Era niebla esa pátina que empañaba sus ojos o lágrimas contenidas? Era ella, el ser en que se había convertido y se dio lástima. Quiso apartarse para no ver. pero algo la retuvo inmóvil , estática en el lugar,. En el mismo espejo se reflejaba otra sombra a su espalda.
- ¿Quién eres? preguntó
- Un genio - respondió la sombra danzante – iba en camino de hacer feliz a un niño y te vi, tengo algo de tiempo porque el está dormido.
- ¿Un genio?, ¿cómo el de los cuentos que leía hace tanto tiempo? Cómo has entrado si clausuré las puertas y ventanas?
- Los genios no necesitamos ni puertas ni ventanas, aparecemos sólo si alguien frota la lámpara de los deseos cuando nos llama.
- Yo no te llamé, puedes irte, no tengo ningún deseo que puedas concederme. No pierdas tu tiempo, tal vez el niño ya despertó.
- Tengo tiempo, todo el tiempo del mundo, como el niño que duerme tranquilo, y tu me invocaste aunque no quieras reconocerlo, pide un deseo y te será concedido, tengo las alforjas llenas porque todavía es temprano.
- Bueno, busca en ellas, y estoy segura que el mío no lo encontrarás.
- ¿ Porqué dices eso mujer incrédula? Soy un genio, hacedor de milagros, pide... pide..

La mujer dudó un momento si sería verdad lo que estaba sucediendo, si sería posible que alguien pudiera cumplir su deseo, ese que nació con ella, el que oculta porque los otros suponen que está demente, y quiso probar y se lo dijo.
- Quiero volar como las aves
- Los humanos no vuelan – respondió el genio- Dios no les dio alas para que no interfieran en los caminos celestes del universo, tienen que estar atados a la tierra, ese es su destino.
- ¿Ves? Yo lo sabía, no hay en tus alforjas todos los deseos de la gente.

-¿ Quién te lo dijo? No supongas lo que todavía no he buscado, aquí está muy oscuro, deja entrar un poco de luz y te concederé el deseo, abre tu ventana y te dejaré salir con alas hacia el espacio
- No, si eres genio tendrás que hacerlo sin luz, entraste de la nada, irrumpes en mi vida sin permiso, ofreces un deseo que no puedes cumplir... vaya genio!!
- Si puedo, pero lo que no entiendes es que no se puede volar en la oscuridad, se necesita la luz para no estrellarse contra los campanarios o los árboles, para no caer en los mares o en las heladas cumbres... Juan Salvador Gaviota lo sabía, ¿porqué tu no?
- Juan...el que amé de niña porque era como yo, también quería volar sabiendo que las gaviotas no vuelan, que solamente se acercan a los barcos por su alimento, el expulsado de su bandada por ser diferente... como algunas personas.
- Estás entendiendo mujer, voy a abrir tu ventana y te dejaré volar, volarás con las alas de la imaginación, nacerás en otros lugares, mirarás el mundo desde lo alto y verás toda su belleza, el azul de los mares y el verde de las praderas, el blanco de la nieve y el ocre de las montañas. Tuyo será el infinito, tuya la magia de crear... pero para eso tienes que salir al sol.
- ¿Sólo eso se necesita?
- Si, sólo eso, y una cuota extra, una pizca de confianza, una pequeña porción de voluntad y sobre todo... creer en ti, en tu luz propia, como la de Juan, como la de tantos otros que también quieren volar.

La mujer salió a la luz, miró hacia atrás y el genio había desaparecido, pero en el aire de la mañana había un raro perfume y en su mesa de trabajo una hoja en blanco... esperando.

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