Espejo del alma

(cuento breve)

Hubiera sido tan fácil...

Con nerviosismo miraba el reloj, las 9, es temprano. En la radio, Shakira canta “Son amores”, en la pantalla de su PC el último artículo para entregar, ¡por Dios!, escribió sovreviente, las dos veces con v... está distraída, Ingrid Betancourt es una sobreviviente. Vuelve a leerlo y queda conforme, tiene su estilo un poco crítico pero sincero.

¿Qué hora es? 9.20, es temprano, dijo a las 11.

Fue a su cuarto y sacó del placard lo que iba a ponerse, eligió un pantalón blanco y esa blusa que le costó la mitad de su sueldo, pero la ocasión merece el estreno.
Está nerviosa y se pone a revisar su correo... el mejicano, no contestó, ¿habrá recibido el artículo para su revista?, seguro que sí, ya lo hará.

¿Quién será el?

Hay una mezcla de ansiedad y expectativa, nunca se sintió así, pero en su piel corre un cosquilleo desconocido.

Las 10, el tiempo le da justo para salir y tomar un taxi... entonces comienza a vestirse, no se pinta, ella nunca se pinta, un poco de perfume es su único adorno.
Es rápida con su atuendo y se mira al espejo...dijo tantas veces “mírate, mírate para mi”... y se miró a los ojos, y se preguntó: ¿qué vas a hacer? No es a ti a quien espera, es a quien creó su imaginación, es a otra...

Lentamente se alejó de su propia imagen, desprendió uno a uno los botones de su blusa y la dobló con cuidado, aún no podía guardarla, una lágrima la había humedecido.

Ya son las 11, la gente por la avenida va y viene, ella está sola y seguirá sola porque la decisión de esa media hora fue la mejor, el amor, la aventura es para otras, pero siempre le quedará la duda de saber si la esperó y de quién era.

El lunes esperan material y se pone a escribir... después de todo es lo único que sabe hacer más o menos bien.